Exigen a la Fundación Unicaja que “deje de ocultar los crímenes franquistas”: la desbandá sin masacre fascista

La recién inaugurada exposición de ‘La Desbandá’ en Málaga llega con polémica.

Sociedad - Memoria histórica 14/09/2022 Redaccion/spanishrevolution

Recientemente se estrenaba en Málaga la exposición ‘La Desbandá’, por la que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha exigido a la Fundación Unicaja, que acoge la muestra, que “abandone la equidistancia” por utilizar un lenguaje “aséptico” que lo que hace “es encubrir y ocultar a la sociedad quiénes fueron los verdugos”.

La ARMH hace referencia al texto de presentación de la exposición «La Desbandá. 1937. De Málaga a los Pirineos», que figura en la web de la Fundación, en el que «no se encuentra ninguna referencia a la violencia franquista que se ejerció contra civiles en plena guerra civil española».

La asociación de víctimas del franquismo ha exigido a la Fundación que “deje de encubrir y ocultar los crímenes franquistas” y que modifique el texto: “Se habla de víctimas civiles ocultando cuál era su identidad con lo que se está ocultando la identidad de los ejércitos golpistas y fascistas que las atacaron por tierra, mar y aire, cometiendo un terrible crimen de guerra similar a los que hoy se juzgan en el Tribunal Penal Internacional”, afirma.

Las grandes matanzas del franquismo y el olvido intencionado

Muchas fake news, noticias falsas, dicen que ambos bandos mataron de igual manera en la Guerra Civil: es mentira. Mucha gente dice que el franquismo simplemente se defendía del bando republicano: tampoco es cierto. Hay también quienes dicen que las muertes eran inevitables: mienten. Incluso los hay que afirman que la represión tras la guerra fue igual para todos: el problema de afirmar sin saber, de hablar sin conocer, es que se dicen estas barbaridades con total convicción.

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Se intenta ocultar numerosas masacres, muchos asesinatos en masa, bien para limpiar conciencias o sencillamente para atribuir a la cruel Transición el apelativo de “modélica” y que se olvide lo que pasó. Lo que pasó no se olvida porque las masacres sucedieron, muchas de ellas en supuesto tiempo de paz, y a día de hoy no han sido juzgadas ni enmendadas. No se deben olvidar porque el fascismo que las provocó vuelve a estar muy presente hoy en día en nuestra sociedad.

Empezaremos mencionando algunas de las masacres que tuvieron lugar por todo el país y que no se deben olvidar porque ocurrieron y no hace tanto tiempo de ello. Mucha gente inocente murió asesinada y no todos mataron mucho: el bando franquista masacró, asesinó vilmente a miles de personas porque consideraban que no todos tenían cabida en su España.

La matanza de Atocha ocurrió el 24 de enero del 77, hace unos días celebramos su aniversario. Un grupo de extrema derecha asesinaron a tiros a tres abogados laboralistas, especialistas en derecho laboral, a un empleado del despacho donde trabajaban y a un estudiante de Derecho. Los abogados asesinados fueron Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides y Francisco Javier. El administrativo era Ángel Rodríguez y el estudiante de derecho, Serafín Holgado. También fueron gravemente heridos Alejandro Ruiz Huerta, Miguel Sarabia, Luis Ramos y Lola González. Esta oficina, situada en el número 55 de la calle Atocha, en Madrid, era un despacho de abogados laboralistas de Comisiones Obreras (CCOO) y del Partido Comunista de España (PCE). Los ultraderechistas irrumpieron en él abriendo fuego para asesinar a todas estas personas.

Mujeres-víctimas-de-la-dictadura-de-Francisco-Franco-en-España.-Dominio-Público

España tuvo un régimen genocida, un totalitarismo que facilitó que una persona que quería el poder asediara pueblos y ciudades, permitiera que los moros que reclutó para que le ayudaran a conquistar el país violaran a sus mujeres, que asesinaran impunemente a miles de personas inocentes y a sus parientes; a muchas mujeres embarazadas, a muchos bebés; que violaran a niñas de no más de 14 años.

Si España fuese realmente democrática deberíamos disponer de un sitio web oficial, propiedad del Gobierno, donde podamos consultar todas las matanzas y las atrocidades cometidas; un museo, como lo tienen en otros países que fueron devastados por el fascismo, para que se sepa lo que pasó aquí. Se debe dejar ya de usar esa doble vara de medir, hablando de ganadores y perdedores sin hablar primero de sublevados y defensores de la democracia. Y si un alcalde solicita o accede a denominar a una vía urbana con un nombre franquista debería ser imputado por un delito de odio.

Si España quiere ser democrática necesita un país donde todas y todos tengan cabida, donde la justicia sea igual para todos y todas. No se puede permitir que cualquier alcalde de cualquier ciudad —como ha hecho el de Madrid, que todo lo que tiene de enano lo tiene de malo— se dedique a poner calles de matanzas que provocaron miles de asesinatos de inocentes. Por eso mismo, y para ser realmente democráticos, a toda persona negacionista del genocidio republicano, de las masacres en España, que use fake news para decir que todos mataron por igual, que es mentira lo de Badajoz o cualquier tontería que niegue la historia, se le debe ajusticiar por negacionista y por delito de odio.

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Cualquier vestigio franquista que no quiera ser retirado por la autoridad competente a nivel local o provincial debe ser retirado por la Justicia. De lo contrario, es probable que llegue un día en que la población se tome la justicia por su mano y derroque con sus propios medios cualquier cruz o cualquier vestigio cuya retirada la Justicia ignore. Y no estamos alentando a las masas: las masas ya están hartas de que la justicia no sea igual para todas y todos; de que alguien vaya caminando y tenga que toparse con la calle dedicada al verdugo de la matanza franquista de la Desbandá, donde murió un familiar suyo; de tener que comérsela con patatas porque alguien que no es demócrata, que no es íntegro y que tiene antepasados fascistas y está orgulloso de ello decidió poner ahí ese nombre, pensando solo en una parte de España e ignorando deliberadamente a la otra.

No podemos seguir consintiendo que el franquismo campe a sus anchas por España, que España siga teniendo restos de un régimen genocida, asesino y sanguinario. Es ya hora de que España tenga un museo para que la gente joven conozca lo que pasó en este país, que tenemos páginas y sitios web gubernamentales con información veraz y públicamente accesible. Es hora de que la justicia sea por fin igual para todas y todos, de que se imponga el delito de odio a toda aquella persona que quiera ensalzar, defender o negar el genocidio franquista que asoló España.

Es hora de cambiar la ley para que si alguien quiere poner una placa franquista a una calle pueda ponerla en el pasillo de su casa pero no en un sitio público de un país supuestamente democrático. Si quieren que todas y todos nos sintamos parte de España tienen que hacer, entre otras cosas, que sea un país donde las calles sean recordatorios de la libertad, de la cultura y de los valores sociales, no de los asesinatos. Queremos sentirnos parte de España. Queremos calles libres de sangre, queremos calles de libertad.

La represión franquista ocurrió y nadie en su sano juicio puede negarlo. Las cunetas, las fosas, los pozos y las tapias de cementerios ametralladas se cuentan por miles. Hay gente aún traumatizada, cientos de testimonios que nosotros mismos estamos recuperando y mucha a gente a nuestro lado: asociaciones memorialistas, sobrinos y sobrinas, hijos e hijas de gente represaliada.

Estamos hartos de que la justicia solo esté de un lado. Se mencionáramos todas las matanzas provocadas por el dictador y sus partidarios nos llevaría más de 20 páginas; y eso que estamos hablando de las masacres, sin tener en cuenta los abusos de muchas mujeres a quienes violaron en masa, las miles de mujeres que iban a llevar la comida a su marido, a su hijo, a su padre o a su hermano y fueron violadas. Como tampoco tenemos en cuenta a esos moros que se cagaban dentro y fuera de las iglesias que tanto defendía el franquismo, estando a su servicio; que quemaban las cruces, se bebían el vino y se tomaban las hostias. O a esa hija o ese hijo a quien se robó con edad muy temprana para ser entregada o entregado a otra familia. O a esas mujeres embarazadas a quienes se les pegó un tiro a ellas y a sus vientres para que no pariera porque era roja. O esos experimentos inhumanos que hizo el doctor Mengele en los campos de exterminio nazis a los españoles deportados.

No hemos hablado de todos los españoles de los que Serrano Suñer, más conocido como “el Cuñadísimo” —cuñado de Carmen Polo, esposa de Franco el genocida—, ordenó que se les quitara la nacionalidad española. Hitler le preguntó qué quería que hicieran con ellos y este propició que acabaran en campos de concentración.

Todo esto es lo que se vivió durante años y es lo que se tiene que conocer para superar el pasado pero repararlo bien. Reparar el pasado es conocer lo que pasó para saber reconocer situaciones similares y poder evitar así que no vuelva a suceder; es recordarlo para aprender, no para ponerlo en las calles como recordatorio de un tiempo feliz entre la miseria y la muerte. Más calles “Ana María Matute”, “García Lorca” o “Miguel Hernández” y menos “Baleares”, “General Yagüe” o “Queipo de Llano”, que las calles del pueblo no deben exhibir sangre y asesinatos sino progreso, vida y libertad.

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