APOYO FÍSICO Y EMOCIONAL DE LA SANIDAD

El testimonio de Luis, un sanitario que detalla cómo vivió en primera línea la pandemia generada por el COVID-19.

Opinión - Cartas al director 09/07/2020 Luis Alberto Serrano

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El verdadero apoyo emocional que tuvimos durante las primeras semanas de la pandemia fue el nuestro propio: el de los sanitarios. No pudimos contar con nuestros amigos, ni con el de nuestras familias porque, en la mayoría de los casos, fue nuestra voluntad alejarles de nuestras preocupaciones y miedos. Esa fachada de valentía y de “todo está bien” para no alarmar, nos hacía fingir un estado que no era real. Queríamos demostrar que estábamos bien para no preocuparles más de lo que lo estaba haciendo “el bicho”. Pero esa no era la realidad. 

FotoAbrazo

    La gran cantidad de estrés que llegamos a acumular hizo la vida muy difícil. Usando el grado de concentración al mínimo, como herramienta de supervivencia. Yo me pasaba las tardes en la cama, reservando la concentración para el horario de trabajo. Un Celador que comparte su vida con producciones artísticas no puede hacerlo si no es un alma activa. Y, ahora, todo se había detenido bruscamente. No tenía cabeza para redactar un proyecto de futuro. ¿A quién le ibas a mandar un proyecto si nadie sabía los plazos en los que volveríamos a la normalidad? Si ahora no tenemos las cosas claras, imagínense en plena subida de la curva de contagios. Las tardes eran cama y películas, sin más. Con qué impotencia leíamos, mientras nos daban los aplausos de las ocho de la tarde, que admiraban a los sanitarios, pero les pedían que se cambiaran de vivienda. Si hasta el personal no-sanitario del hospital huía de nosotros por miedo a que les contagiáramos. Lo he vivido y he visto a algunos correr para no coincidir por los pasillos. No juzgo a nadie porque soy consciente que cada uno de nosotros tiene una gestión del miedo que hay que respetar. Pero estaba claro, nos teníamos que refugiar los sanitarios entre nosotros.

    Separado de mis padres por lógica voluntad propia, era en el trabajo donde podía hablar de emociones. Entre compañeros nos entendíamos. Remábamos en el mismo barco y sabíamos que llegaríamos a buen puerto haciéndolo unidos. Sí, he visto a mis colegas llorar en el vestuario de miedo. Nosotros mismos tuvimos que mandar a casa a trabajadores por ser presa fácil por su alto riesgo. Y, a toro medio pasado, diré que me siento orgulloso de pertenecer a esta sanidad que se ha entregado, sabiendo que se jugaba la vida. No quieran vivir nunca esta situación. Un día, observando a los compañeros con los que estaba de turno, me vi temiendo que a la semana siguiente alguno ya no pudiera estar con vida. Ese miedo sólo se siente en la guerra. Eran épocas en la que los informativos nos decían que el 20% de los muertos eran personal sanitario. Tuve que dejar de ver noticias para recuperar mi salud emocional.

    Fueron las conversaciones con los colegas las que conseguían hacerte ver que no eras el único que lo pasaba mal, porque más terror que nosotros tenían los que estaban contagiados y veían la muerte “cercana”. Empezamos a trabajar con una dinámica positiva. Cuantos videos de sanitarios bailando recorrieron las redes. Que grandes. Empezamos a ver que el “yo te cuido y tú me cuidas” nos podía salvar la vida. Ir en parejas a ponerse los ansiados EPI,s para no cometer errores fue asumido en todas las Unidades de COVID. Por ello tengo que agradecer a todos mis “compamigos” de la unidad y de todas las de España, por extensión, porque si esto no nos hubiera pillado tan desprevenidos de protocolos en los centros de urgencias y de atención primaria (espero que eso se revise en la nueva normalidad) y de material, muchos se hubieran salvado. 

    Que la sanidad española ha estado a la altura, se lo aseguro yo. Me gustaría saber si hemos aprendido algo de esta catástrofe. Los que legislan y administran tienen que recoger nuestro testigo y protegernos. No queremos pagas extras, queremos que el dinero sirva para que no nos falte material del que depende nuestra vida y la de nuestras familias. Queremos que haya personal suficiente para que yo pueda hacer el trabajo con toda la conciencia, y no con un cansancio que repercute en la calidad asistencial.

    Y, por último, agradecer esos aplausos de las tardes porque algo hicieron para que pudiéramos ir a trabajar al día siguiente con un poco más de aporte positivo.

Luis Alberto Serrano
@luisalserrano

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