La Puerta

Tenía que abrir la puerta. Me lo estaba diciendo la ondulante cortina, el reloj quejumbroso, la rosa que languidece en un tarro de cristal junto al fregadero, y la canción que suena ahora en el Youtube. Esa puerta polvorienta, esa puerta olvidada. Me acerqué hasta ella y escuché poniendo mi oído junto a la vieja madera de puerta olvidada y polvorienta. Nada. A ver, un poco más... nada. Oh espera... ah sí, ahora... escucha... ¿oyes? sí, son voces. Esas voces que me hablan desde el otro lado. Esas voces de gente que no conozco, que no sé quién son. Esas gentes que vete a saber qué hacen, en qué creen cuando tienen miedo, o de qué número son sus zapatos. Son voces como notas de piano, lentas, suaves, hipnóticas... como las voces puras y ortodoxas de un convento alejado del mundo. Uno de esos conventos el Simonos Petras encaramado en lo alto de un precipicio, en Meteora, o allá en Paleokastritsa, al lado del mar verde con sus olas como brazos verdes, como lenguas verdes, rompiendo en los escollos. Y el rumor del mar y el canto de los monjes como notas de piano, lentas, suaves, hipnóticas, van acallando el sonido de las esferas celestes, esas que dicen que se oyen en el diario crujir de los cimientos de la Tierra. Arriba, cielo helado, canta un serafín. Más arriba una supernova colapsa furiosamente contra un agujero negro. Y el temblor que se produce a continuación sacude desde las arenosas planicies de Marte, hasta la maceta de jazmines que alguien sacó para que le diera un poco el sol, en San Francisco; en Asmara un peatón tropieza y cae al suelo; un perro aúlla desconsoladamente en Dresde; en Edimburgo se desprende un ladrillo del tejado de un vecino, y en Dos Hermanas a un coche se le para de pronto el motor. Y ese pavoroso orificio engulle la materia oscura, la materia que vibra, la que no aparece por ningún lado pero está. Y ahí dentro hay una puerta de madera carcomida, y al cruzar el polvoriento vano, se deshacen todos los elipses de Tiempo que me llevan a aquel año, a aquel momento en el cual yo me asomé al mundo desde las entrañas de mi madre que gritaba al darme a luz mientras yo lloraba, y aún no sé porqué. Desde el otro lado de la vieja puerta, aún hay alguien que quiere volver a entrar. Y soy yo misma que huye rápidamente de eso, de querer volver a entrar. Y es que si me quedo, pienso, no aún habré nacido. Y todos esos momentos que viví, mis días de cuadernos, lápices de colores y amigas, mis mañanas perezosas, mis dolores de parto, mi risa, mis cuentos, mis orgasmos, "se perderán en el Tiempo cómo lágrimas en la lluvia."*

Música Hans Zimmer peli Interstellar
Autora y narradora, Ada García

*Cita: Roy Batty en Blade Runner, Ridley Scott, 1982..

 Ada García, enero de 2023.

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