La guerra en Ucrania tiene diferentes planos de acción más allá del propiamente militar en tierras ucranianas. Y uno de estos planos más allá del estrictamente militar es el diplomático.

Es en este campo de la diplomacia donde Rusia ha hecho su último movimiento. Desde el Kremlin ha señalado a 27 diplomáticos del Estado español "personas non grata", solicitando su marcha del país en un periodo de 7 días.

Esta decisión de gobierno de Putin se realiza como respuesta a la expulsión, también de 27 diplomáticos, ejecutada por el ejecutivo de Pedro Sánchez en el mes de abril, poco después de conocerse la matanza de Bucha.

A pesar de ser una noticia destacada en el día de hoy, no es un movimiento que haya sorprendido, ya que desde que se decidieran las expulsiones de los diplomáticos rusos en abril, desde Moncloa se esperaba una acción de respuesta, como mínimo "simétrica y recíproca".

Del mismo modo que sucede con el embajador ruso, el embajador del Estado español podrá permanecer en su lugar, sin tener que abandonar el país.

La noticia de la expulsión de los diplomáticos españoles no viene sola. 34 diplomáticos franceses y 24 diplomáticos italianos deberán hacer también las maletas para dejar tierras rusas.

Los movimientos diplomáticos en los despachos se han sucedido en la última semana, destacando especialmente la petición de Suecia y Finlandia para unirse a la OTAN, y la respuesta de esta de encontrar las vías necesarias para hacerlo de la forma más ágil y rápida.

El terreno diplomático es usado por los Estados para negociar entre ellos a espaldas de población, manteniendo en secreto el contenido de estas relaciones y sin ningún tipo de control democrático sobre las acciones que se deciden en ese terreno diplomático.

En ese terreno también las potencias imperialistas y Rusia están manteniendo una escalada belicista de consecuencias imponderables a día de hoy pero unas consecuencias que en diferentes niveles, sufren y van a sufrir la clase trabajadora y los sectores populares de Rusia y Europa.