Ningún medio ni local ni nacional se está haciendo eco de lo que está pasando con los temporeros, a los que se suman también una pareja española, parece ser que haya un pacto de silencio.
A pocos kilómetros del centro urbano existe el tercer mundo donde viven en las condiciones más miserables que se pueden imaginar, es la vergüenza de una ciudad que algunos quieren esconder.