No es la reunión de un Castro y un Xi Jinping, sino de un Papa y de una ministra de Trabajo del gobierno de España. No obstante el PP, partido que solo está para la gresca, no tardó ni un segundo en tachar de "cumbre comunista" una simple reunión protocolaria entre líderes que están por lo social. 

Cuando correspondió  las señoras del PP se colocaron sus mantillas ( hiyab) para ver al Papa y no hubo revuelo. Al parecer, los más listos del PP se dieron cuenta del error y de la propaganda gratis que supondría la polémica y eficazmente retiraron la tildada de "cumbre comunista". 

Este PP no está por apoyar al sector de la Iglesia que desde León XIII con su Rerum Novarum y Juan XXIII con la Pacem in Terris apostaron por la unión de los trabajadores y por los derechos humanos. La jerarquía cristiana española tampoco, pero este Papa ha dado muestras de querer enlazar con aquellas doctrinas sociales que promovieron la teología de la liberación.

Si una ministra, que viene del mundo sindical, y un Papa que abraza a los más desfavorecidos se reúnan, a pesar de las culturas  ideológicas tan distintas de ambos, debería ser motivo de alabanzas y no de censura. Al PP ya lo hemos visto, ahora quedan los míos.