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Ah, la Navidad. Ese hermoso momento del año donde, como dictan las sagradas tradiciones, dejamos de lado nuestros rencores y diferencias... al menos hasta que terminemos la primera copa de vino. Bienvenidos a la noche de los hipócritas y fariseos, donde las cenas copiosas se convierten en banquetes romanos, y el "espíritu navideño" es tan real como la dieta que comenzaste en enero (sí, esa que duró una semana).
Es la noche donde nadie menciona la palabra “fútbol” ni “política” para evitar conflictos, pero curiosamente se permite chismosear del vecino. ¡Porque nada dice “paz y amor” como despellejar al prójimo mientras te atragantas de mariscos y manjares que ni sabes pronunciar!
El menú, por supuesto, está diseñado para que medio país termine con indigestión. Nada representa mejor el nacimiento humilde de un niño en un pesebre que una langosta gigante y tres kilos de turrón, ¿verdad? Jesús nació entre animales, pero nosotros lo celebramos comiendo hasta que nos salen lágrimas… pero de acidez.
Y luego está él, el gordo barrigón favorito de todos: Papá Noel. Porque nada grita "amor cristiano" como la figura de un hombre regordete que regala PlayStations mientras ignora a los niños que duermen entre cartones fuera de tu casa. Ah, pero no olvidemos a sus fieles elfos, con trajes tan absurdos que parecen diseñados por un diseñador con resaca.
Todo esto mientras en la puerta de tu casa, ese niño que se parece más a Jesús que cualquier figurita de tu belén, busca algo de calor entre un par de mantas viejas. Pero no, la prioridad es asegurarse de que tu prima Maricarmen reciba su perfume caro, porque eso sí es navideño.
Navidad, la época de la unión, donde los mensajes en WhatsApp son más genéricos que una felicitación de banco: "Que la paz y el amor reinen en tu hogar." ¿La paz? ¿El amor? Más bien, que reine el consumo masivo, los regalos innecesarios y los discursos de autoayuda que se evaporan antes del brindis.
¿Y qué hay de la caridad? No, gracias, eso lo dejamos para los anuncios de la tele. Si acaso tiramos una moneda al pobre hombre que canta villancicos en la esquina, porque el verdadero espíritu navideño es hacerlo sentir agradecido por nuestra generosidad de 50 céntimos.
Que vivan los hipócritas de Nochebuena! Esta es, después de todo, la fiesta más maravillosa del año. La que nos une bajo un mismo techo para comer, criticar y fingir que somos mejores personas... al menos hasta que empiece la discusión de quién lavará los platos.
Feliz Navidad, o como deberíamos llamarla: La Fiesta Nacional del Cinismo Familiar.
Sobre el Autor
José Ángel Ruiz es especialista en política, historia de España y estudios sobre inmigración, con una destacada trayectoria como periodista e investigador en estos campos. A lo largo de su carrera, ha colaborado con artículos y ensayos en diversas publicaciones de prestigio, siendo reconocido por su capacidad para analizar temas complejos con rigor y claridad.
Su trabajo ha sido premiado por varios periódicos y revistas nacionales, consolidándolo como un referente en los debates actuales sobre política e historia contemporánea. Actualmente, José Ángel Ruiz se dedica al periodismo, donde continúa abordando cuestiones clave para fomentar el entendimiento y el diálogo en torno a estos temas.
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Noam Chomsky speaking at the International Forum for Emancipation and Equality in Buenos Aires, Argentina, on March 12, 2015. The conference was organized by the Argentinian Ministry of Culture of the Nation through the Secretariat of Strategic Coordination for National Thought. Wikimedia Commons.
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