Alemania debate una jornada laboral de cuatro días

El país teutón discute, muy en serio, sobre esta posibilidad

Actualidad - Internacional 31/08/2020 J. Ángel Ruiz J. Ángel Ruiz

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Hace noventa años, uno de los economistas más famosos del mundo, John Meynard Keynes, se aventuró a imaginar el futuro del trabajo. El imaginaba jornadas de tres horas, quince a la semana. Se equivocó de plano. El 22% de los trabajadores, según la OIT, realiza jornadas de más de 48 horas. 

Para el multimillonario Ellion Muksk no son suficientes. Él cree que deberían ser 80 horas a la semana. Más de diez al día, sin fines de semana. O 16 de lunes a viernes. “Nadie ha cambiado el mundo en 40 horas semanales”, ha denunciado. Habría que ver si merece la pena que personas dispuestas a semejante autoexplotación cambien nada. Y menos en España, que fue el primer país del mundo en conseguir las históricas ocho horas. En todo caso, los tiros del debate no parece que vayan por ahí. En Alemania, país nada sospechoso de filo-comunismo, se lo están planteando hasta desde las posiciones más conservadoras. 

Como cuenta Aldo Mas en ‘elDiario.es’, aunque la iniciativa la lleva Katja Kipping, del partido izquierdista Die Linke, la discusión abarca un amplio espectro de la opinión pública. IG-Metall, uno de los sindicatos más poderosos del mundo, está de acuerdo. Su presidente defiende que ayudará a salvar empleos. De hecho, una de las medidas fomentadas por su Gobierno, y que no es nueva, son los llamados kuzarbeit (jornadas reducidas). Estos permiten a las empresas reducir en un diez por ciento las horas de trabajo. El Estado se hace cargo del 67% de la prestación por desempleo de esos trabajadores durante doce meses.  Hubertus Heil, ministro socialdemócrata de Trabajo, ha opinado al respecto que “la reducción de los horarios laborales con salarios proporcionales puede ser una medida adecuada si la patronal y los sindicatos se ponen de acuerdo. Se necesitan buenas y pragmáticas ideas para superar juntos la crisis”

Los ejemplos que se discuten son los que, por otra parte, han salido a la palestra cuando el tema vuelve a colarse en la agenda. El más exitoso y llamativo quizá se encuentre en Microsoft Japón, que aumentó sus ventas un 40%. Hablamos de un país, eso sí, con jornadas extenuantes. Allí existe hasta una palabra, “karoshi”, para hablar de la muerte por exceso de trabajo. La BBC recuerda que en 1989 “casi el 46% de los jefes de secciones y 66% de los jefes de departamentos en las compañías grandes pensaban que morirían de tanto trabajar”. 

En España, la idea se está planteando, incluso, en la Generalitat Valenciana. “La jornada laboral de cuatro días no es de izquierdas ni de derechas, es de sentido común”, decía su secretario autonómico de empleo. Enric Nomdedéu, que califica la medida como “inteligente, de progreso, de bienestar”. Uno de los informes que la inspiran, elaborado por Autonomy, la valora como “radical” y “pragmática”. La cuadratura del círculo.

¿Cuatro días o cinco con menos horas?

Hay que recordar que el objetivo es reducir las horas. Por tanto, la estructuración final (cuatro días o menos horas repartidos en cinco) no está cerrada. Como recoge Héctor G. Bernés en ‘El Confidencial’, la entidad sin ánimo de lucro Arhoe (Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles) apuesta más por reducir la jornada que por ganarle un día a la semana, propuesta que comparan con “empezar la casa por el tejado”. 

“Para el español, en quien el animal primitivo no está atrofiado, el trabajo es la peor de las esclavitudes”, decía el yerno de Marx, Paul Lafargue, en El derecho a la pereza, allá por 1880. William Morris, en “¿Trabajo útil vs. trabajo inútil”?, lo resumía de una manera brillante cinco años después, en 1885:

“Cuando estamos trabajando tenemos que saber que llegará el momento en que no tengamos que seguir trabajando. Asimismo, cuando llegue el descanso, debe ser lo bastante largo como para poder disfrutarlo; debe durar más de lo que es simplemente necesario para recuperar la fuerza de trabajo que hemos consumido en el trabajo, y debe ser también un descanso animal en el hecho de que no ha de ser pertubado por la ansiedad o, por el contrario, no seremos capaces de disfrutarlo. Mientras tengamos esa cantidad y clase de descanso, no estaremos en peor situación que las bestias”.

Fuente obtenida de laultimahora.es 

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