El sistema electoral automatizado venezolano -implementado en 2004 por Hugo Chávez- ha sido reconocido por organismos internacionales como la Fundación Carter como uno de los mejores sistemas electorales del mundo en transparencia antitrampas.

Las personas que acuden a votar, una vez que entran en su colegio electoral, deben dejar todos sus objetos personales en la entrada y está prohibido hacer fotos.

La mesa electoral está compuesta por el presidente, el secretario, el vocal A, el vocal B (que moja el dedo del votante en tinta como prueba del voto) y la persona del CNE encargada de la máquina de votación. La persona que vota deposita su documento de identidad en un soporte especial para que la persona encargada no lo toque mientras teclea el número en una máquina especial conectada a la máquina de votación. Una vez tecleado el nombre, la persona que vota baja el pulgar para la comprobación de las huellas dactilares y recupera su documento de identidad. Si todo coincide, la máquina emite un sonido de confirmación. La persona pasa junto al presidente, que le pregunta si sabe votar. Si no, le explica desde lejos, detrás de la máquina, cómo hacerlo. En caso afirmativo, lo pasa directamente a la máquina, que se desbloquea. A partir de ese momento, el votante dispone de tres minutos para votar. Una vez que ha pulsado el logotipo de su partido en la pantalla digital de la máquina, esta emite un recibo que el votante dobla sobre sí mismo, tras comprobar que coincide con su voto, y deposita en una urna. Pasa junto al secretario, coloca de nuevo el DNI, firma en el registro con su nombre, deposita el bolígrafo en un recipiente para que pueda ser higienizado y deja la huella dactilar de su pulgar derecho. En este momento finaliza la votación y debe abandonar el colegio electoral. El tiempo total de votación oscila entre tres y cinco minutos.

El detalle de cómo votar descrito más arriba deja claro que cualquier tipo de fraude es prácticamente imposible. La persona que vota comprueba su resguardo, que no es más que la prueba del voto (el famoso «recuento manual»). El voto es el voto de la máquina que se transmite al final de la jornada. El doble control de la huella dactilar impide que una persona vote dos veces.

También hay que tener en cuenta que en Venezuela se lleva a cabo una auditoria en tres fases, según  explica el CNE:

1) fase de control de las máquinas antes de la votación;

2) fase de control el día de las elecciones, con verificación ciudadana y control de cerca del 54% de las máquinas por sorteo;

3) después de la votación, con 3 fases

a) verificación ciudadana el día después de la votación;

b) los partidos políticos que participan en la competición electoral comprueban que los canales de transmisión de datos no han sido alterados

c) y se comprueban las coincidencias entre las huellas dactilares y los datos de los votantes y electores.

Para garantizar que nada se modifica después de cada paso de control, se «construye» un código segmentado al que todos los participantes dan una parte para construir una firma electrónica que permita los cambios.

De este modo, solo con el acuerdo de todos es posible intervenir.

El control de la votación es un acto legal y los resultados son públicos.

Los votos son electrónicos, se almacenan en las máquinas y se envían electrónicamente a través de sistemas seguros. Se puede hacer otra comparación con los recibos de los votos emitidos (el famoso «recuento manual»), que no son el voto: un concepto difícil de entender para aquellos que pueden haber pasado noches contando cruces y papeletas.

Al día de hoy, a pesar de las declaraciones de Machado y Blinken, no hay motivos para llorar fraude electoral en Venezuela y Maduro es el presidente legítimo y constitucional.

lorenzo-poli-1

Lorenzo Poli
Sono Lorenzo Poli, sono nato a Brescia e dopo la maturità classica, ho iniziato a frequentare il corso di Scienze Politiche Relazioni Internazionali Diritti Umani all'Università di Padova. Appassionato di attualità politica, politica internazionale, questione di genere e studi postcoloniali mi interesso di temi riguardanti diritti umani, antirazzismo, femminismo, liberazione animale e antispecismo con particolare attenzione all'intersezionalità dei contesti. Da qualche anno mi occupo, da autodidatta, di popoli in lotta contro l'imperialismo, di America Latina, di conflitti in Medioriente, in particolare la Palestina in una prospettiva decoloniale. Nel 2019 ho contribuito a fondare Progetto EcoSebino, progetto di rigenerazione eco-sociale che interseca le lotte per la giustizia ambientale e per la giustizia sociale sul territorio del Lago d'Iseo. Collaboro con Il Periodista ed ho pubblicato nel 2016 il mio primo romanzo "Luce al di là del Buio", edito da Marco Serra Tarantola Editore.