CUENTOS DE POBRES: El niño y el perrito cojo

Leyendo la Biblia, pude escribir este cuento

Cultura16/05/2024J. Ángel RuizJ. Ángel Ruiz

Entre todos los animales había una manada de cachorros de perro. El niño se detuvo a preguntar cuánto valían. El vendedor le respondió que cada uno costaba 75 dólares.

El niño a penas contaba con cinco dólares en su bolsillo, así que pidió al vendedor que le permitiera al menos acariciarlos un rato. El señor le dijo que sí podía hacerlo.

Mientras jugaba con ellos se dio cuenta que uno de los cachorros cojeaba y no podía correr detrás de los otros. Curioso le preguntó al hombre sobre la situación.

—Nació con un problema en la cadera, —le contó— y no podrá caminar normal en toda su vida.

El niño, con ojos entusiasmados le dijo —¿Me lo puedes vender por cuotas?, te daré los cinco dólares que tengo y vendré cada mes a abonar unos diez dólares hasta completar los 75.

El hombre sonrió al ver su ternura y le dijo. Este cachorrito no está en venta, nadie querría pagar algo por él. Si tú lo quieres y prometes cuidarlo, te lo puedes llevar gratis.

El niño puso cara de enojo y respondió: No lo quiero gratis, tampoco quiero que me lo vendas más barato. Este perrito vale tanto como los demás.

El hombre muy sorprendido le advirtió que el perro necesitará cuidados especiales y que no sería fácil para él.

El niño inmediatamente levantó su pantalón, dejando al descubierto su pierna artificial, y le contó que usaba una prótesis ya que había perdido su pierna debido a una enfermedad. Este perrito necesitará alguien que lo pueda entender y eso no le hace valer menos que los otros.

El vendedor no pudo contener las lágrimas y le dijo: Llévalo, luego me pagas el resto. Espero que todos estos cachorros puedan tener un dueño como tú. A cambio de ti entregaré hombres; ¡a cambio de tu vida entregaré pueblos! Porque te amo y eres ante mis ojos precioso y digno de honra. —Isaías 43:4

¿Te sientes abatido, menospreciado? ¿Crees que eres menos importante que otras personas? Quizás porque ves que hay otros con mejores habilidades, con más conocimiento que tú. Tal vez tu apariencia te preocupa, o alguna discapacidad física te hace sentir diferente al resto.

No importa la razón que sea, si ahora mismo te sentías desanimado, no dudo que la historia anterior ya te ha hecho reflexionar.

Dios te ha creado con sus propias manos y sabe muy bien el valor que tienes. No importa si has caído tantas veces, si creías que el Señor ya se dio por vencido contigo, déjame decirte que no.

Si Dios envió a su único Hijo a sufrir y morir de forma cruel en este mundo, es porque sabe que tú lo vales y quiso hacer todo lo necesario para rescatarte, y está dispuesto a pulirte y hacerte brillar hasta que todo el mundo vea tu verdadero valor.

Solo debes creer y aferrarte a su mano poderosa. No vales más, ni vales menos que nadie. Acepta que eres una piedra preciosa y deja que Dios complete en ti una obra majestuosa que pueda ser testimonio para todos, del amor incondicional de Dios.

También recuerda que debemos ser humildes y empáticos con todas las personas. Aprendamos a tratar a todos por igual con amor y comprensión. Seamos nosotros las manos de Dios en la tierra para abrazar y llevar esperanza a aquellos que están sufriendo, así como nosotros una vez fuimos rescatados.

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