Hay ángeles fulminados por la peculiar bondad de su dios. Hay ángeles que se arrancan las alas y se ponen a caminar entre los hombres, porque han dejado de creer en ángeles y lloran alma adentro, caminando por las atestadas calles de las ciudades. Entonces se hacen sabios y fuertes, y se van a quitar la tierra y los cascotes que han caído sobre las personas que dormían en la noche, cuando la tierra entera, hasta los cielos, temblaron.Y les cayó la casa encima mientras dormían, a los niños, a la madre, al padre, a los abuelos, a los vecinos. Les cayó la casa encima al médico, a la profe, al cocinero, tendero, enfermera, al poeta, al camionero, a la peluquera, a la bióloga, al cajero del super. Y estos ángeles que ya no llevan alas, pero que da igual, lloran porque no, no comprenden la peculiar bondad de ese dios que un día amaron ciegamente. Y mientras sacan niños, mujeres, hombres, de entre las ruinas que hace dos días fueron casas, colegios, hospitales, tiendas, y mientras trabajan duro para salvar vidas y más vidas, y sacar a los muertos, o confortar a los vivos, se preguntan a veces, cuando les queda un poco de tiempo... ¿ por qué? ¿por qué? ¿por qué? Arriman el hombro, codo con codo, con los niños, mujeres, hombres, para encontrar familiares, amigos, desconocidos, buscando sin tregua entre los escombros. Dios mío, dicen que eres amor, entonces ¿por qué haces esto?, piensan a veces, cuando les queda algo de tiempo. Y allí apartando alambres retorcidos y paredes destrozadas, salvan a un bebé recién nacido, aún con el cordón umbilical en su barriguita pequeña y herida. Y saben que ningún dios entiende de fallas, ni de temblores sísmicos, ni de edificios mal construidos. Sin embargo, ellos, los ángeles sin alas, pero con manos y brazos fuertes, o lo que sea que tengan, conducen ambulancias, se hacen de la Cruz Roja, o de la Media Luna, donan sangre, se hacen médicos, bomberos, luchando obstinada, desesperadamente, para rescatar a miles de personas de una muerte segura. Y vienen de todos los países, y van a todos los países arrasados por terremotos, guerras o inundaciones.
Si, hay ángeles entre nosotros. Son ellos.
Dedicado a todas las personas de Siria y Turquía, y a todos los que están allí desplazándose desde lugares lejanos para salvar vidas.
(Inspirado en Angelomikón, de Javier Arries).
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