Lecciones para un futuro nuevo tras la crisis del coronavirus. Un decálogo modesto y precipitado

Sociedad - Derechos Humanos17/03/2020 Aingeru Peydró

1. La sanidad pública es incuestionable. Estamos viendo cómo los hospitales y personal sanitario público ponen todos los medios a su disposición para atender esta emergencia mientras los privados intentan sacar tajada de ello. Mientras se montan hospitales de campaña en el gimnasio del Hospital de La Paz, los privados dejan sus habitaciones vacías. Hoy, en Madrid hay 2.100 camas menos que en 2008 debido a los recortes del Partido Popular en su día. El Gobierno hace bien en aplicar el artículo 128 de la Constitución y poner todos los hospitales privados al servicio público. Y la ciudadanía deberíamos aprender de esto para en el futuro oponernos a todo intento de privatización de la sanidad y la educación.

2. Nunca más señalar al inmigrante. Ojalá las imágenes de gente haciendo acopio de comida y papel higiénico (?) aquí ante un posible aislamiento o desabastecimiento nos marquen a fuego la empatía hacia esas personas que se lanzan a cruzar el mar en una patera asesina huyendo del hambre y la guerra. ¿Qué pasaría si el virus se extendiese por Europa y quisiésemos huir hacia zonas más cálidas del hemisferio sur donde aún no existe el virus? David Trueba lo explica muy bien en este artículo (2). Sin embargo, el auge de Vox y su discurso de odio a los inmigrantes cuenta en España con 3.656.979 votos. Su secretario general acusaba con odio al colectivo migrante de ser portador de grandes enfermedades un año antes de estar él infectado por el coronavirus. Ojalá se cure de este y del resto de «virus» que padece. Porque hoy soy ellos, pero mañana podemos ser nosotros los que necesitemos asilo.

3. Se debe volar mucho menos. Los vuelos se están reduciendo drásticamente a raíz de las cancelaciones de éstos por parte de los distintos países. EE.UU., ha suspendido los vuelos desde Europa, por ejemplo. Esto va a reducir drásticamente la contaminación (si se le pone de una vez freno a la antiecológica práctica de las aerolíneas de volar con aviones vacíos) y nos debería hacer ver que los viajes de trabajo constantes o el turismo de masas depredador no son necesarios para vivir mejor. Esto debería servir para frenar todos los proyectos existentes en la actualidad de ampliaciones de aeropuertos (Barcelona, Palma, etc.) y puertos (València).

4. No permitamos el recorte de libertades y derechos políticos. Tenemos la «suerte» de que el coronavirus ha llegado a nuestro país cuando parece estar estabilizándose el problema en China. Esto nos debería hacer ver cómo se ha actuado allí y aprender de lo bueno y de lo malo. Uno de los puntos negativos y que recurrentemente ocurre tras un acontecimiento de estas características, es el aprovechamiento del Estado (justificándose en «medidas extraordinarias») para restringir las libertades y aumentar el control social de la población (2), aprovechándose el miedo de la gente. No nos dejemos «colar» tampoco la desaparición del dinero en metálico con la excusa de su papel en la propagación de patógenos, ya que la alternativa es mucho peor.

5. El teletrabajo una opción de presente (sólo para algunos). Las empresas están experimentando de forma súbita lo que significa el teletrabajo. Muchos empleados están trabajando en casa por primera vez. En algunos sectores, esta es una buena opción que hará reducir costes manteniendo la productividad. Los empleados verían mejorada su conciliación laboral y familiar, además de una mejora en la economía doméstica debido a la reducción de los desplazamientos (con la consecuente reducción de la contaminación y el freno a los irresponsables proyectos de ampliación de carreteras). Otro de los efectos positivos indirectos podría ser el trasvase de población hacía zonas con necesidad de población en el medio rural. Cierto es también que una gran parte de la fuerza laboral en el Estado español no podrían acogerse a esta modalidad de trabajo. Por eso, también sería interesante cambiar nuestro modelo basado en el turismo y los servicios por otro que nos otorgase mayor resiliencia ante crisis como estas. 

6. Somos seres dependientes e interdependientes. Somos seres vulnerables y está bien que seamos conscientes de ello, aunque sea a la fuerza y por situaciones desagradables y sobrevenidas como esta. Pero quizás nos sirva de aprendizaje para dejar de pensar que somos seres inmortales o para rebajar la tecnolatría y el tecnoptimismo (tecnoutopismo) desmedidos a los que nos conjuramos para salvarnos de las consecuencias de las crisis ecológicas, climáticas, de biodiversidad o las enfermedades derivadas de nuestros malos hábitos de vida. El ser conscientes de que necesitamos la colaboración de la comunidad para salir adelante (hoy, más que nunca, estamos viendo la importancia de los cuidados, que recaen casi siempre en las mujeres)  puede que sirva para dejar de lado el individualismo al que estamos acostumbrados y del que el capitalismo tan bien se sirve. Un capitalismo en crisis permanente con el que tenemos que acabar. Usemos este «simulacro decrecentista» para imaginar y trazar nuevos horizontes ecofeministas.

7. Una economía más social. Mientras las bolsas caen en picado y EE.UU., aprovecha el bajo precio del petróleo para llenar sus reservas; vemos cómo en este tipo de situaciones cuando hacen falta recursos, éstos aparecen. Cuestión de prioridades. Por lo tanto, el resto del tiempo estamos viviendo en un sistema económico injusto y sin piedad. Esto nos debe hacer luchar por horizontes futuros donde las bolsas, la especulación financiera, la deuda, el FMI, el BCE, etc., den paso a una economía del bien común. Una economía donde el trabajo esté más repartido y donde las jornadas laborales sean más cortas; que dé paso a una vida mejor, más lenta y menos consumista. Anular los tratados de libre comercio y erradicar todo tipo de economía especulativa deberían ser las primeras medidas a tomar después de esta crisis; seguidas de una renta básica universal. Mientras, vigilemos bien qué medidas se toman para evitar que estas sean justas y aumenten (aún más) las desigualdades.

8. Una dieta menos carnívora. Todas las enfermedades víricas que han producido situaciones de alarma en los últimos años se han transmitido a los humanos mediante la comida de alimento animal: la gripe aviar, la gripe porcina, las vacas locas, el coronavirus, etc. Esto (y muchas otras razones) deberían hacernos virar nuestra dieta a una dieta basada en alimentos de origen vegetal. Reduciríamos así el sufrimiento animal y el efecto sobre el cambio climático. Además, descenderían las posibilidades de que otros virus pasasen a la población humana.

9.Re-ruralización. Del mismo modo que todos los virus se han originado por consumir animales, no es menos cierto que su propagación ha triunfado por producirse en ciudades densamente pobladas. Eso, unido a la globalización, ha producido el estallido. Las ciudades se han convertido en generadoras de residuos y sumideros de energía y recursos. Una vuelta a lo rural, con nexos más cortos, relación más directa y cercana con los recursos naturales y los alimentos; y poblaciones más dispersas es una buena medida para muchos de los males que nos azotan como sociedad.

10. Apaguemos la TV.

Aingeru Peydró
Ingeniero energético, docente y estudiante de ética ecológica y educación ambiental.

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