Greenpeace lleva a Bakú restos de desastres climáticos
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En medio de la escasez de combustible, la inflación creciente, la militarización de las ciudades y las exigencias de mayor ajuste para cerrar un acuerdo con el FMI, estallaron este sábado nuevas protestas en la capital de Sri Lanka. Los manifestantes tomaron la residencia del presidente y el primer ministro. El Primer ministro ofreció su renuncia.
Miles de manifestantes enfurecidos entraron este sábado en la residencia oficial del presidente de Sri Lanka en la capital, Colombo, Gotabaya Rajapaksa, durante una jornada de multitudinarias protestas para exigir la dimisión del mandatario por su gestión de la crisis económica.
La isla vive una crisis de años que se agudizó en los últimos meses por la creciente inflación, que afecta particularmente a los sectores más empobrecidos, y la escasez de combustible que paralizó la actividad y provocó cortes de luz en distintos puntos del país. Sobre esta crisis se monta la exigencia del FMI para que se aplique un duro ajuste a cambio de llegar a un acuerdo con el organismo y la militarización total de la capital con una creciente represión hacia quienes protestan.
Algunos manifestantes compartieron en directo vídeos dentro de la residencia del presidente, mostrando a cientos de personas coreando eslóganes en los pasillos y habitaciones, nadando en su pileta o tirados en su cama.
Miles de personas se concentraron este sábado en la capital, buena parte llegadas desde otras zonas del país isleño, para marcar el tercer mes de protestas continuas para exigir la dimisión de Rajapaksa por su gestión de la crisis económica.
"Queremos un cambio, queremos que este presidente se vaya", dijo a la agencia Efe Lakmal Perera, un trabajador del sector privado que se encontraba entre los cientos de manifestantes que se encontraban cerca del parque Galle Face Green, epicentro de las protestas en Colombo.
"Gotabaya está loco", "Gotabaya tiene miedo" o "Gotabaya vete a casa" fueron algunos de los eslóganes coreados hoy en la capital por los manifestantes.
Ante esta situación el primer ministro, Ranil Wickremesinghe ofreció este sábado su dimisión y la formación de un Gobierno de unidad nacional, buscando de esa manera poner paños frios y evitar que el que caiga sea el presidente.
La oficina del primer ministro afirmó en un comunicado que Wickremesinghe "está dispuesto" a aceptar la recomendación de los partidos opositores, que durante una reunión convocada por el presidente del Parlamento exigieron su dimisión y la de Rajapaksa por la mala gestión de la crisis económica que azota Sri Lanka.
Sin embargo, la oferta de formar un Gobierno con presencia de todos los partidos políticos, más que buscar recomponer la situación económica tiene como objetivo intentar obtener un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ya antes de cerrar ningún acuerdo pide una serie de ajustes que seran aún más perjudiciales para los trabajadores y el pueblo de Sri Lanka.
La negociación, que en estas horas se encuentra en manos de las distintas fracciones parlamentarias, está cruzada por si aceptan el acuerdo de un Gobierno de Unidad nacional para acordar con el FMI con la presencia del actual presidente o si les parece suficiente acordar la renuncia del primer ministro, preservando a Gotabaya Rajapaksa.
Sin embargo, más allá de las negociaciones en los pasillos del parlamento, la calle ya hace meses que pide la cabeza del presidente y es dificil que esta situación se pueda mantener mucho tiempo más. Por eso el régimen ha venido apostando a una brutal represión.
Las autoridades impusieron el viernes un toque de queda en varias partes de la Provincia Occidental, donde se encuentra la capital, tras una marcha de protesta organizada por estudiantes universitarios, aunque las restricciones fueron levantadas esta mañana tras ser duramente criticadas.
La Asociación de Abogados de Sri Lanka afirmó en un comunicado que el toque de queda "estaba claramente dirigido a acallar la libertad de expresión y la disidencia".
El director de la Comisión de Derechos Humanos de Sri Lanka, Rohini Marasinghe, afirmó por su parte en otro comunicado que estaba "alarmado" por las órdenes dadas al Ejército del país de preparar a las tropas para mantener el orden las calles.
Las creciente protestas en el país se producen en el marco de una de las peores crisis económicas que vive Sri Lanka desde su independencia en 1948, derivada de la merma de divisas de reservas internacionales y de un gran endeudamiento.
La tensión y el descontento aumentó en la isla a finales de marzo, cuando las autoridades impusieron cortes de luz de más de 13 horas, lo que llevó a la población a salir a las calles para pedir la dimisión del Ejecutivo.
Desde entonces, centenares de manifestantes se han instalado en las inmediaciones de la Secretaría Presidencial de Colombo y las protestas alrededor de la nación isleña se volvieron habituales y fueron crecientemente reprimidas, mientras las autoridades tratan de llegar a un acuerdo de rescate con el FMI a espaldas de los trabajadores y el pueblo.
Varios analistas señalan que este acuerdo incluiría reformas estructurales drásticas y de gran alcance. Entre ellas un recorte amplio del déficit fiscal, es decir un ajuste de los gastos del Estado, la eliminación del duopolio en el sector energético, el fin de las restricciones a la importación, el aumento de impuestos indirectos y la privatización o venta de empresas estatales.
Este paquete de ajuste no hará más que profundizar la crisis que ya se viene arrastrando y aumentará las protestas que ya están poniendo en jaque al gobierno y desnundando los acuerdos de las diferentes fracciones parlamentarias.
Mientras tanto las movilizaciones continúan y son la expresion de un fenomeno mundial de crisis y alta inflación que está provocando huelgas obreras por aumento de salarios en países de Europa y en EE. UU. y rebeliones y levantamientos en aquellos que dependen más directamente de insumos básicos como el trigo y el combustible, afectados por la guerra en Ucrania, y que impactan directo sobre la población. Sri Lanka es el caso más explosivo de una serie de protestas y rebeliones que se empiezan a ver en distintas latitudes y países tan disímiles como Ecuador o Irán.
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