Me encantan las historias de fracasados. Hombres que lucharon por una idea y acabaron devorada por ella. Imprudentes que apostaron por la locura y murieron jóvenes dejando un rastro de desorden.
Era la tarde de Reyes Magos, estaba terminando mi noticia en el Ab Diario de Bolsillo, allá por los noventa. Ya le había metido dos tientos a la botella de whisky de mi cajón. Un whisky terrible de dudosa destilación, comprado en el supermercado de Simago y que costaba 500 pesetas (3 euros). Ya te digo.
Era día de Reyes y mi jefe Javier Bleda se había comprometido a ir de Rey Mago a la pedanía de Santa Ana, un barrio rural de Albacete. Un barrio con boina.
Se estaba probando el traje y entré a su despacho. Cándido, mi director, se estaba descojonando,porque como Javier no era muy alto el traje le quedaba como el culo, le sobraba por abajo medio metro de capa verde. Parecía que en vez de andar se deslizaba en la cinta de un aeropuerto. Tuve un cosquilleó en la nuca.
A los veinte minutos salen los dos sonrientes del despacho. Se acercan muy simpáticos a mi mesa, lo que hizo que se me pusieran ya las orejas tiesas. Y me preguntan, ¿has terminado? y les digo, sí. Queríamos hablar contigo Antonio. Vamos a tomar unos cubatas a la cafetería de Simago. Chungo, chungo, pensé.
La estaba viendo venir. Mira Antonio que a Javier le cae el traje fatal y que si podrías hacer tú de rey mago, en la pedanía de Santa Ana. Y una MIERDAAAAAA, dije yo con espanto. No, no y no. Pero hombre, hazle este favor a tu jefe. Al tercer cubata me convencieron pero, pagaron ellos y además conseguí que durante una semana se derogara la prohibición de beber alcohol en la redacción, logro que fue aplaudido por varios compañeros. ¿Podemos llevar navaja en el trabajo? No te pases Magán, me dijo Cándido.
En aquella época el alcalde de Albacete era Juan Garrido y su secretario Justo era el que manejaba los hilos protocolarios. Lo llamamos para que nos enviara un coche de Policía Local que nos escoltará y darle así un toque más espectacular a la entrada de sus majestades al pueblecito. A joderse, esa semana le habíamos hecho dos reportajes muy críticos al cabildo. No quedó otra que mi viejo Ford Fiesta heredado de mi madre y que andaba medio descapullado.
Allá que nos fuimos. Dios bendito qué nervios. Pero por el camino me dio un bajío, no quería jugar con la ilusión de esos niños. Y obligué a la comitiva a parar. Era la carretera de Jaén. Tío, le dije a Cándido, estoy muy nervioso tengo que tomarme algo.Paramos en una cafetería cercana a los bares de putas clásicos de la zona. Entré vestido de Rey Mago, buenas tardes y pedí un café y un pacharán. Yo iba a lo mío pero se me quedó todo dios mirando. En la barra había tres putas que estaban tomándose el bombón antes de entrar a trabajar un rato. Al verme, aquellas simpáticas señoras me dieron dos besos y me dijeron que si podían pedirme regalos. Yo me tomaba el pacharán levantándome la barba con la izquierda y cogiéndo la copa con la derecha. Cándido se partía el culo. ¿Cómo iba yo a negar aquellas sonrientes jornaleras de casas de lenocinio un poco de ilusión? Le pedí al camarero una libreta y un boli y les dije que me escribieran una carta, que haría lo que fuera menester, que tenía contactos con el rey Melchor, el de verdad claro. Total que aquellas señoras, matronas embebidas del llanto amargo del follisqueo comercial manchego, me pusieron tres mini cartas en la mano y las guardé en el bolsillo trasero. Bueno Cándido, le dije, y al llegar estarán los otros dos reyes magos y ya entramos los tres juntos ¿no?. Y Cándido me dice, no Magán, no, vas tu solo, no hay presupuesto para más trajes. Tu eres Melchor y va Melchor y punto. No me jodas Cándido, yo sólo, ¿de verdad? Cuantos críos ahí, pues de 200 para arriba me han dicho. La madre que te parió, me cago en mi estampa, me vais a tirar a las fieras. Era lógico, no puedes mandar a Baltasar, porque preguntarían por Melchor y Gaspar. Ni a Gaspar porque preguntan por los otros dos. Pero si mandas a Melchor, puede decir que viene de avanzadilla.
Total que salí del bar, despidiéndome de mis nuevas amigas y camino de Santa Ana. Al llegar nos recibió la pedánea una mujer muy simpática y me dice, hay 200 críos, cómo no se estaban quietos les hemos dado un chocolate. Al entrar los críos comenzaron a gritar de emoción, no eran niños eran demonios atiborrados de chocolate, hiperactivos. Me estiraban de la capa, me cogían de las manos, le dije a Cándido, mientras levantaba la mano como el emérito, arrea al escenario que estos cabrones me van a tirar y no me levanto.
Al llegar al escenario saludé. El salón de actos parecía una masa de moléculas saltarinas exacerbadas por los tazones de chocolate.
Agarré el micrófono y dije “El que no se siente se queda sin regalo”. Creo que estuve algo duro, pero fue mano de santo. Ostia con Melchor, pensarían los chiquillos. Además qué coño, los reyes también tenemos momentos de mala ostia.
Los niños empezaron a desfilar, se sentaban a mi lado cogía a los pequeños y les dábamos su regalo, me lloraron tres nada más, eso me alivió. Lo mayores, qué cabrones, me estiraban de la goma de la barba y me decían, tu eres el morcillas, tu eres el calvito, tu eres el jarracolchas, tu eres…Ya me había explicado la pedanea que traían gente de fuera a hacer de rey para que los más pequeños no los conociesen y se rompiera la magia, pero los de diez años eran peor que garrapatas investigando quién coño del pueblo iba disfrazado de rey.
Cuando ya dábamos regalos en serie, me relajé. Recordé como supe yo que los reyes eran los padres. Una mañana de febrero mi madre acaba de encender un plato de alcohol en el cuarto de baño para que estuviera caliente mientras nos vestíamos. Mi padre estaba sentado en el retrete fumando Winston. Recuerdo todavía aquel olor del Winston , el truño y el olor azul del alcohol ardiendo en un plato hondo de Duralex. Era una esencia agrícola, como cuando acabas de abonar. Dije que me hacía ilusión recibir los reyes ese año y mi padre dijo, pues con la crisis que hay ya veremos lo que traen. Y yo pregunté ¿papá los reyes magos tienen crisis? Los reyes magos son los padres ¿es que no lo sabías?. Me dio un vuelco al corazón, fui a mi madre y le dije, ¿mamá los reyes son los padres? Y mamá dijo, sí ¿es que no lo sabías?. Voy a ser completamente sincero, pensé, qué hijos de puta, como me han engañado. Durante unos segundos repasé mentalmente las escenas vividas con tíos y abuelos, primos, de la noche de reyes magos y todo resultaba ser una puta farsa.
Los niños se fueron marchando del salón de actos poco a poco y felices con sus regalos. Todo salió de perlas y le di dos besos a la alcaldesa y le devolví el traje. Fue un alivio quitármelo, la verdad.
Esa noche salimos de juerga. Al llegar casa y desnudarme vi unos papeles que salían del bolsillo trasero de mi pantalón. Eran las cartas de las putas, las leí y me puse a llorar. Pedían por sus hijos.
antoniomaganescritor
#reyesmagos
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Noam Chomsky speaking at the International Forum for Emancipation and Equality in Buenos Aires, Argentina, on March 12, 2015. The conference was organized by the Argentinian Ministry of Culture of the Nation through the Secretariat of Strategic Coordination for National Thought. Wikimedia Commons.
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