AMENAZAS 2.0.

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Una siempre piensa que la estupidez humana, como todo en esta vida, tiene fecha de caducidad, pero no, es algo que nunca termina, que no tiene fin y los valientes de nuestra ciudad así nos lo están demostrando.

Han llegado, estaban haciéndose de rogar, pero por fin, tras todos los episodios de racismo, falta de humanidad y egoísmo protagonizados por muchos ciudadanos de Albacete, llegan: las amenazas.

Cuando la bajeza y la cobardía se dan la mano surge la basura, que como todos los demás, habla, come, se reproduce y respira (esto último porque es un acto reflejo). Muchas de estas personas, son vecinos, gente con la que hablamos y que si nos preguntasen diríamos: se le veía una persona muy normal; pero de normales no tienen nada, o mejor dicho: de personas.

La ruindad, palabra potente, adjetivo (ruin) terrible donde los haya, pero más terrible saber que hay gente así.
Detrás de una pantalla, con una foto de perfil de un objeto, con un número oculto o sin poner su nombre, hay seres humanos despreciables y repugnantes que han hecho del odio y la violencia su bandera, y de la cobardía su insignia.
Yo imagino el momento previo a hacer una llamada de ese tipo; los nervios, la adrenalina disparada y la cobardía a todo lo que da; pones tu teléfono en número oculto, marcas el número y dices la gran frase: te vamos a matar.
También está la versión milenial del asunto, un wassap, una amenaza, una extorsión, una foto de una pistola y un audio mal grabado en el que se repite todo el rato la misma frase con unos disparos de fondo, así como para darle dramatismo la amenaza.

Cabe recordar que; la extorsión es un delito, la intimidación es otro delito y las amenazas de muerte son el trending topic.

Pues eso, todo muy moderno, todo muy cobarde, todo vomitivo.

A los de las amenazas 2.0, os estamos esperando, con la calma, la humanidad, la paciencia infinita y la valentía; os esperamos con nuestros nombres y apellidos, con nuestras caras en las fotos y el valor por delante, porque cuando sabes que lo que haces está bien jugar al escondite no hace falta, como dice el título de la película de Antonio Mercero. ¡Es la hora de los valientes!.