Caín y Caín

P

No encuentro un país como en el que vivimos.

Goya pintaba el cuadro que ilustra esta reflexión, reflejo fiel de lo que pretendo exponer.

Como otros países, no estamos exentos de conflictos nacionalistas, lo sufrimos en Euskadi y está candente en Cataluña.

Tenemos fanatismo en el deporte, como todos los demás países de nuestro entorno.

Pero no encuentro país que en menos de 200 años haya vivido cuatro guerras civiles, motines, insurrecciones, algaradas, asonadas militares, golpes de estado, etc. Y todo esto sólo para decidir quien gobierna.

No entraré a valorar a los dirigentes, lo dejo al gusto de cada uno, yo tengo mi criterio y no solo es importante no entrar a valorar la conducta de los dirigentes, si no que ello enturbiaría la cuestión realmente importante, que no es otra que la conducta de mis vecinos de hoy y de los que vivieron en épocas pasadas en este país.

Vistos los antecedentes históricos, es evidente que la visceralidad y el cainismo han terminado por ganar a la moderación y la generosidad; y de esto, al menos en la actualidad, somos culpables el pueblo llano.

A la ignorancia y la impertinencia, hay que combatirla con la razón y la generosidad, no es vana aquella afirmación que dice: “la pluma es más poderosa que la espada”, pero este arma puede usarse  tanto para unir como para dividir, en nosotros está la decisión de como la empleamos.

Podemos seguir alimentando el rencor mutuo, como una hormiga que camina sobre una cinta de moebius, ignorando que hay más cosas que nos unen que las que nos separan, y por tanto repitiendo el ciclo deambulatorio constantemente.

Estaría bien que de una vez por todas, los oportunistas, los extremistas y sus voceros, se quedarán solos con sus discursos incendiarios, que a lo único que pueden llevar es que nosotros, los de abajo, suframos.

Yo propongo que esta vez el que se entierre por las rodillas sea el que tenga algo que ganar...