Y es que los pobres no tenemos tiempo para leer más de dos líneas, mucho menos para analizarlas.

El otro día un diputado del partido de las élites españolas llamaba Hitler al Presidente del Gobierno y un diputado del PSOE le recriminaba, craso error. Es evidente que los políticos de Europa llevan tiempo viviendo en la inopia, el fascismo les está ganando la partida.

 La crisis del 2008 y la estúpida estrategia de las políticas ‘Hayeksianas’(¹) propiciadas por el conservadurismo obtusamente capitalista concentró todo el dinero en unas pocas familias, condenando con ello a la práctica totalidad de la clase media occidental a la miseria; y a la clase obrera al estancamiento social.
 Trabajar y pasar penurias genera una lógica sensación de fracaso, derivando inevitablemente en frustración y en muchos casos en una necesidad imperiosa de buscar justicia.
 

Y sólo hay unos culpables de todo esto: los políticos. Cuestión que es objetivamente cierta en el mundo occidental.
 Y de esta realidad se aprovecha el fascismo, enarbola la bandera del ‘apolitismo’ y pugna con todo lo que huela a política y con ello con todo lo que huela a parlamentarismo, atacando a la democracia en su base, aprovechándose de la imperiosa necesidad de justicia de la ‘plebe’, sedienta de la sangre de los culpables de su infortunio: los políticos.
 Y es que los pobres no tenemos tiempo para leer más de dos líneas, mucho menos para analizarlas. (Léase a Platón y a Alexis de Tocqueville)
 

Y así twitter y los discursos de odio tienen el campo abonado para apagar cualquier halo de inteligencia, por ello visibilizar conductas que agreden a la política genera un efecto positivo para el fascismo.
 Solo hay un camino para vencer al fascismo, legislar, legislar y legislar. Legislar para redistribuir la riqueza, legislar para crear una sociedad culta e instruida en la democracia y legislar para perseguir las conductas ilegítimas en política, puesto que, bajo la libertad de expresión no pueden sustentarse los discursos de odio o las falacias, base fundamental del fascismo.
 O lo hacemos o la democracia morirá por un exceso de libertad.

 (léase nuevamente a Tocqueville y a Karl Popper).
 (1) Friedrich Augustus Hayek, economista austriaco fundador de la corriente económica seguida por el actual capitalismo occidental, con sus máximos exponentes en Thatcher y Reagan. En oposición a otra corriente mucho menos ‘invasiva’ que es la escuela Keynesiana.