¿Quién está sufriendo ya los sacrificios que pide el Gobierno?

El conflicto entre Ucrania y Rusia y la guerra económica de los países imperialistas en forma de sanciones económicas contra Rusia, está empezando a afectar a las propias arcas de los países imperialistas, especialmente a los europeos. Como no podía ser de otra manera, por otro lado.

Esta tormenta perfecta apenas está mostrando sus nubarrones, amenazando con provocar una auténtica crisis económica y social, especialmente en forma de despedidos. Desde el Gobierno “progresista” se está incidiendo desde el inicio del conflicto que tanto Europa como el propio Estado español iba a necesitar realizar “sacrificios”.

Un mensaje que, como en otras ocasiones, busca lanzar un mensaje de unidad, como si todos los sectores fueran a realizar los mismos esfuerzos y fueran a sufrir las mismas consecuencias. Lo vimos durante los momentos más duros de la pandemia. Un mensaje de unidad para “ganar la guerra al virus”, pero las facilidades de flexibilización y las ayudas económicas puestas en marcha en ese momento y las que están por llegar, fueron por la patronal.

Para las trabajadoras y trabajadores, un escudo social insuficiente, ERTEs obligados que dejaban los salarios en recortados en un 30%. Esto si no eras un trabajador o trabajadora esencial, que en tal caso tocó acudir a los centros de trabajo sin ningún tipo de seguridad ni medios para evitar el contagio.

Esta es la “unidad” que impuso el Gobierno durante la pandemia, y esta es la “unidad” que va a imponer nuevamente Moncloa en el marco de la guerra en Ucrania. No obstante, tras las primeras semanas de conflicto y con los nubarrones augurando tormenta, ya podemos ver que nuevamente los sacrificios no serán iguales para todos, y que las consecuencias las sufrirá la clase trabajadora y no la patronal ni los capitalistas.

Febrero cerró con un 7,6% de inflación, continuando la tendencia al alza de los precios que ya se arrastra desde finales de año, producto de la reactivación económica post pandemia que provocó un colapso en la cadena de suministro. A esta tendencia no se le prevé fin cercano, ahora menos con el conflicto en Ucrania, una situación que va licuando cada vez más los salarios de las y los trabajadores.

Parte de la actual alza de la inflación (0,4% acumulado en 2022) se debe al encarecimiento de la electricidad y los combustibles, en parte por la dependencia energética que los países europeos tienen de Rusia. Esta situación está dando ya a día de hoy el cierre de empresas, especialmente de aquellas consideradas consumidoras intensivas de electricidad.

Cementos Portland ha sido la última en sumarse a una larga lista de grandes fábricas que suspende la actividad en sus seis fábricas en el Estado español, lo que afecta a 800 trabajadores. Pero como decimos, no es la única.

Grandes fábricas como ArcelorMittal y Acerinox, Celsa, Megasa, Ferroglobe y Siderúrgica Balboa también han paralizado su actividad. La patronal, Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía (AEGE), señala que “las compañías están jugando con un equilibrio entre cumplir los contratos y no producir a pérdidas”, pero lo cierto es que esta patronal, que representa 25 firmas, con 74 factorías y 66.000 trabajadores, está amenazando ya con despidos, ERTEs y deslocalización de la producción. Amenazas que cumplirán si el Gobierno no toma medidas, es decir, si no frena la subida de precios y establece ayudas directas o desacopla el precio de los combustibles fósiles a la hora de fijar la tarifa de la luz, una de sus principales demandas.

Nuevamente la situación actual y las propuestas sobre la mesa deja a la clase trabajadora como única afectada. El Gobierno buscará mecanismos para inyectar dinero a las empresas y frenar la escalada de precios, algo que tampoco está claro que pueda hacer a los niveles necesarios. La patronal recibirá estas ayudas o relocalizará su producción. Mientras para esos miles de trabajadores queda la flexibilidad de su trabajo, ERTEs, con un 70% menos de salario en el marco de una inflación desbocada, o directamente el despido. ¿Son estos los sacrificios que “todos” vamos a hacer, según el Gobierno?

Y esto es solo el inicio, el alza de combustibles pone en jaque decenas de industrias, especialmente aquellas ligadas al transporte terrestre y marítimo, que están empezando ya a amenazar con las mismas medidas que están poniendo en marcha las grandes fábricas. Las consecuencias pueden ser brutales, y ya estamos viendo el recetario del Gobierno.

Mientras esto sucede, grandes sectores capitalistas se llenan los bolsillos, empezando por la industria armamentística, las eléctricas y las farmacéuticas.

Contra el ataque al bolsillo de la clase trabajadora y el negocio de los capitalistas, es urgente un plan de movilización por un programa que obligue a asumir los costos de esta situación crítica a las grandes empresas. Que se nacionalice bajo control obrero todo el sistema energético, en manos de un oligopolio que poco tiene que envidiar a los oligarcas rusos. Que exija una subida inmediata del 10% de todos los salarios para recuperar el poder adquisitivo perdido y la indexación automática y mensual del IPC, sumado a una gestión bajo control obrero de aquellas fábricas e industrias en crisis.

Es por ello falso que tengamos que aceptar ningún tipo de sacrificio ni marchar tras el gobierno, en “unidad” por el bien de “la paz social”. Los sacrificios de esta guerra, alentada por la política imperialista de la OTAN y sus Estados miembros y por el régimen oligárquico de Putin, solo los sufrimos y los sufriremos la clase trabajadora, la ucraniana, la rusa y la del resto de pueblos de Europa.