Cada día más tierra para macro granjas y menos para los campesinos.

Entre 2005 y 2016 se han perdido más de 3,5 millones de explotaciones de menos de 5 hectáreas

Sociedad - Ecología y medio ambiente 19/04/2021 Lorena Flores-Greenpeace

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Hoy se celebra el día mundial de la lucha campesina, desde que la “Vía Campesina” – organización que reúne a millones de pequeños y pequeñas productoras a nivel mundial- lo estableció en recuerdo de los 19 campesinos asesinados en 1996 en El Dorado dos Carajás, en Brasil, por reclamar su acceso a la tierra y a la justicia. Un crimen que sigue impune hasta hoy.

Esta lucha sigue siendo relevante hoy en día, ya que la acaparación de tierras por grandes corporaciones y la dificultad de acceso para pequeñas campesinas es un problema actual favorecido por políticas internacionales y locales. Es una situación que se vive tanto en el sur como en el norte global, aunque de forma diferente. Los procesos de acaparación de tierras y limitaciones a pequeñas campesinas han sido y son diferentes en el norte y en el sur. En el sur los procesos son mucho más violentos y directos, con vulneraciones de derechos humanos. Hoy en día siguen aumentando las muertes de activistas y defensores de la tierra, crímenes, que como el ocurrido en 1996, suelen quedar impunes. Todo esto amparado por las políticas creadas desde organismos internacionales. En el norte, este proceso ha sido mucho más sutil, basado en políticas internacionales que han favorecido el acaparamiento y la concentración de la producción. Políticas como la actual Política Agrícola Común, que favorece a grandes corporaciones que amasan tierras y fortunas, y que son verdaderas máquinas de explotación y destrucción del medio ambiente.

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A pesar de que los procesos han sido diferentes, el resultado ha sido el mismo. Las pequeñas producciones, mantenidas por campesinas, están desapareciendo. Frente a esto, un modelo industrial de producción de alimentos se ha hecho predominante con importantes impactos en la salud de las personas, la biodiversidad, y el planeta. Pero además, no podemos olvidar, que este modelo permite vulneraciones de derechos humanos y afecta a la calidad de vida de las personas.

Muchos recursos para pocas personas

Hoy en día, un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero se puede atribuir al modelo de producción de alimentos. Pero tenemos que tener en cuenta, que mientras la cadena agroindustrial solo abastece al 30% de la población mundial, utiliza el 75-80% de la tierra y agua agrícola y el 90% de los combustibles fósiles utilizados para la agricultura. Estos datos nos desvelan una vez más lo injusto que es el actual sistema.

Una de las principales reclamaciones de la Via campesina para este año, es que Europa necesita más campesinas. Y no lo hace en vano. Entre 2005 y 2016 se han perdido más de 3,5 millones de explotaciones de menos de 5 hectáreas. En la Union Europea, el 3% de las explotaciones concentran el 52% de la tierra agraria útil. En España, el dato no es muy diferente, el 5,5% de las explotaciones acapara el 55,5% de la tierra. El número de explotaciones y personas dedicadas al primer sector no para de descender, sin embargo la cabaña ganadera (sobre todo de cerdo) y problemas asociados a la agricultura y ganadería industriales como la contaminación por nitratos, no para de crecer. Hace unos días una productora miembro del colectivo Etxalde, nos contaba que en Navarra, desde los años 90 el porcentaje de campesinos y campesinas se ha visto reducido de un 18% a un 2% de la población, lo que ha supuesto una pérdida de 68.000 puestos de trabajo.

Volviendo al principio, hoy más que nunca, en el contexto de crisis climática y pérdida de biodiversidad que vivimos, la lucha campesina sigue siendo imprescindible. Necesitamos políticas y medidas reales, que fomenten un cambio del sistema. Necesitamos apostar por los campesinos y campesinas. Por esas pequeñas explotaciones familiares, locales, diversas, cercanas y que viven en sintonía con la naturaleza que les rodea. Ya que los campesinos y campesinas no solo producen alimentos de calidad y sostenible. También son personas conocedoras de la tierra que cultivan, mantienen la cultura y modos de vida rurales. Mantienen nuestros ecosistemas vivos, nuestros pueblos vivos. Por eso hoy también desde Greenpeace nos sumamos a las reivindicaciones de la lucha campesina

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