La ignorancia contribuye a que el mundo sea peor

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En las últimas semanas hemos podido conocer las duras condiciones en los que viven los temporeros inmigrantes que vienen a la campaña agrícola de la provincia de Albacete. Las protestas legítimas de estos ciudadanos ha generado que las redes sociales se llenes de comentarios de tintes racistas y de odio hacia estas personas, afortunadamente los racistas e ignorantes son una minoría, pero también es cierto que estos miserables comentarios se producen gracias a la ayuda de algún medio local que difunde titulares sensacionalistas y racistas, jugando con la ignorancia de una parte de la sociedad albaceteña.

Parecer que en nuestra ciudad la opinión del sabio y la del ignorante empiezan a valer lo mismo. Frente a esa parte de la ciudadanía albaceteña culta y del conocimiento, hay otra parte que fomenta la ignorancia, es a los que denominamos tertulianos de barra de bar fija o cronistas de autobús.urbano.

El albaceteño culto se esfuerza por saber más pensando, y él otro, el marujilla de patio, quiere saber de todo sin pensar el porqué de cómo suceden las cosas. 

Este tipo de sabiondos no aspiran ha ser hombres cultos, si no a especialistas, como podemos ver en los últimos tiempos a personajillos que saben de epidemias, política e inmigración. 

Somos títeres de medios de comunicación que buscan audiencia, aunque tengan que manipular y mentir, y el ejemplo claro lo vemos cada día aquí en Albacete, en algunos medios locales con titulares sensacionalistas que criminalizan a los inmigrantes. A esto hay que añadirle la cultura del consumo. Leemos el libro que está de moda, no el que responde a nuestras inquietudes y necesidades de tipo cultural.

TIPOS DE IGNORANCIA. 

Existe un tipo de ignorancia que ha sido forzada por las situaciones. Es la de aquellas personas que por desgracias no pudieron ir a la escuela debido a un trabajo prematuro (por ejemplo cuidar el rebaño de ovejas de su humilde familia) suelen ver el estudio como un reto pendiente. Son muchos los personajes históricos que fueron estudiantes tardíos. Pero también está la otra ignorancia, los que  tuvieron la oportunidad de aprender y la desaprovecharon, los conformistas, los que saben de todo y no saben de nada. 

Las personas que pertenecen a esta segunda categoría de ignorantes, no reconocen su ignorancia y presumen del saber. 

Un ignorante inteligente es recuperable, pero un ignorante limitado porque no da más de sí y por su bajo nivel de intelecto es difícil recuperarlo. El segundo ignora su ignorancia y hasta llega a creer que lo sabe todo, mientras que el primero sabe que no se puede ser experto en todo tipo de materias, por lo que antes de hablar de lo que ignora estudia. “No hay nada más fecundo que una ignorancia consciente de sí misma” (Ortega y Gasset). 

En actualidad lo que abundan son todos aquellos que se atreven hablar en público de cualquier tema sin ningún temor a hacer el ridículo. Sin embargo, algunos contertulios les rehúyen, porque han comprobado que, como decía Kant “es imposible refutar al ignorante en una discusión”. Ejemplo claro podría ser el de la "princesa del pueblo" que con sus declaraciones en Tele 5, parecía saber más que el epidemiólogo Fernando Simón. 

Las personas que tienen este bajo nivel cultural tienen un sentimiento de superioridad sobre otras más inteligentes y cultas. Y es porque son incapaces de reconocer su propia ineptitud. 

En el caso de la polémica surgida con los temporeros confinados en Albacete, estos ignorantes que llenan las redes con comentarios ridículos absurdos y racistas, cuanto menos saben más quieren saber. De todo esto podemos sacar dos consecuencias. La primera es que los ignorantes presuntuosos irritan mucho a quienes intentan dialogar con ellos. La segunda es que contribuyen (naturalmente sin saberlo) a que el mundo sea peor.